Como a débil corola de amapola
la brisa, la lluvia, me hacen daño;
me marchitan, me doblegan,
pero el cálido roce de sus labios
la dulce caricia de sus manos
me reviven, infunden energía.
Una vez más me he vestido
de esperanza,
de su mano otra vez
me siento viva.
Y en sus brazos tan sólo
hay alegrías.
2009
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